miércoles, 13 de febrero de 2013

CINE FORO EN EL MACMA: “DELIRIO Y CREACIÓN EN ARMANDO REVERÓN”



HACIA EL SEMINARIO INTERNACIONAL DICTADO POR DANIEL MILLAS: "EL PSICOANÁLISIS PENSADO DESDE LA PSICOSIS", 8 Y 9 DE MARZO

CINE FORO EN EL MACMA: “DELIRIO Y CREACIÓN EN ARMANDO REVERÓN”
Con la proyección de la película “Reverón”

Como inicio del Ciclo “CREACIÓN: GOCE Y SUFRIMIENTO”, organizado por la Nueva Escuela Lacaniana (NEL) de Maracay, el viernes 22 de febrero a las 6:30 pm, se realizará en los espacios del MACMA el Cine-Foro “DELIRIO Y CREACIÓN EN ARMANDO REVERÓN”, con la proyección de la película de Diego Rísquez “Reverón” (2011), y la participación como panelistas de los psicoanalistas Adriana Meza y Ángel Sanabria de la NEL-Maracay, y la Lic. en Artes Rosa Lira, de la Unidad de Programación Expositiva del MACMA.

Armando Reverón, el “maestro de la luz tropical”, es uno de los más fascinantes pintores venezolanos, no sólo por sus singulares cuadros y objetos artísticos (desde sus muñecas hasta el propio Castillete), sino también por sus pensamientos y agudas ocurrencias –recogidas en un amplio anecdotario. El foro abordará a Reverón como ser excepcional capaz de crear una obra portentosa a partir de su pasión febril y desbordante por la luz, el color y las texturas. Como bien ha dicho Roberto Echeto: “Reverón siempre será para nosotros una pregunta abierta a la que debemos acceder cada cierto tiempo para cuestionarnos a nosotros mismos”. Su obra es un hondo testimonio de la propia condición humana y de la manera en que el acto creador permite encontrar un “tratamiento” para el goce y sufrimiento de nuestras vidas.



El Ciclo “CREACIÓN: GOCE Y SUFRIMIENTO”se propone abordar temas de actualidad relacionados con el acto creador y la subjetividad contemporánea a la luz del psicoanálisis. Las próximas actividades del Ciclo son:


  • JUEVES 7 DE MARZO, 6:30 pm: Charla "LA DEPRESION Y EL ESPECTRO DE LAS CLASIFICACIONES" -dictada por el invitado  internacional DANIEL MILLAS (psicoanalista AME de la EOL – AMP). Un espectro recorre el mundo: la epidemia de clasificaciones y trastornos “de moda” (depresión, bipolaridad, autismo). ¿Qué lugar ofrecerle al sufrimiento íntimo del sujeto y a su capacidad de invención?

  • VIERNES 5 DE ABRIL, 6:30 pm: Charla "POSICIÓN FEMENINA, DESEO E INVENCIÓN" -dictada por psicoanalistas de la NEL-Maracay. La posición femenina hunde sus raíces en lo imposible de nombrar, como en estas palabras Marguerite Duras: “Escribir. No puedo. Nadie puede. Hay que decirlo: no se puede. Y se escribe. Lo desconocido que uno lleva en sí mismo”.
 

domingo, 3 de febrero de 2013

REVERÓN: EL CUADRO COMO ESCRITURA DE LO PULSIONAL, por Adriana Meza




Para iniciar este trabajo me pregunté por lo que la obra de Armando Reverón puede enseñar o aportar al psicoanálisis, qué podemos aprender los psicoanalistas de la creación artística a partir de la obra de este pintor. Me pareció necesario partir de lo que el mismo Reverón podía haber dicho de sí mismo y de su obra. De su manera de pintar y de lo que deseaba  decir con lo que pintaba y cuando pintaba. ¿Qué es un cuadro para Reverón? ¿Qué es la creación artística para él?
Sabía de algunos testimonios escritos sobre él que permiten acercarnos a lo que él mismo decía sobre lo que era pintar y sobre la técnica que le era propia. De esa manera podía tener algunos elementos aportados por el mismo artista en relación a su obra. He tomado de Juan Calzadilla en su libro: Reverón,voces y demonios, las referencias para este trabajo que me han permitido acercarme de manera preliminar a su obra.
Por otra parte, el psicoanálisis. ¿Desde dónde partir para leer a Reverón y dar cuenta de lo que enseña al psicoanalista? Decidí retomar un trabajo discutido en esta escuela en una reunión anterior con motivo de reflexionar sobre el lugar de la literatura para el psicoanálisis en el marco de nuestro seminario de escuela en el cual trabajamos el tema de la escritura. Se trata de un trabajo de una psicoanalista miembro de la SLP en Italia, Erminia Macola titulado “El tacto y la letra.Volver sobre la escritura”. En ese trabajo plantea que en la literatura lo real se despliega en lo escrito y se desgasta de sentido, permitiendo una reducción del mismo. Es creado así un resto sin sentido que es la obra misma. De allí el manoseo en la insistencia de la corrección.  Al escritor se le dificulta, por un momento, separarse de ese resto, de lo que ha escrito. Es la litura o litter, letra como resto y como residuo de esa función, que cesa en su papel de remitente y articulador de sentido que hace gozar. Macola trabaja el texto Lituraterra, de Lacan, y extrae lo siguiente: “El psicoanálisis podría tener un corazón mudo, mientras que la literatura es todo escritura. El psicoanálisis si acaso, pone en evidencia que la perfección de la obra literaria va más allá de sí misma cuando se confronta con lo real, y no tiene que ver con su calidad de objeto perfecto, acabado”.
¿Qué podemos obtener de estos datos como aporte para el psicoanálisis en relación con la pintura? ¿Podríamos plantear que la obra pictórica se corresponde con una escritura a la manera de “trazo” que permite hacer con lo real y el sentido?
Planteo como hipótesis o pregunta a trabajar, considerar que en el proceso de pintar, de crear un cuadro, algo de lo real -de lo pulsional- se escribe, cobrando un sentido apaciguador. En la obra de Reverón, el cuadro es el testigo de este proceso,  tal como plantea  J. Calzadilla en su libro. Y en particular, pensar desde la obra de este artista el lugar del cuerpo en el proceso de creación artística.
Paso ahora a dar cuenta de algunos testimonios de artistas y otros personajes de la época de Reverón que lo conocieron, lo quisieron y apreciaron la profundidad de su postura en relación con la pintura y el arte en general, especialmente el teatro, otra manera que Reverón tenía para expresarse como artista, en la que él era, personaje, director, actor y creador de su propia obra.
Para Reverón, pintar era formar parte del cuadro. Lo que pintaba era consustancial con lo que decía, con lo que creía y con la manera como vivía.
En relación con eso, Juan Calzadilla, en su libro nos dice que uno de los problemas que Reverón confrontaba en su pintura era cómo plasmar el estado natural de la luz. Tenía algunas teorías que generaban  implicaciones en su relación con el cuadro. El consideraba que debía tener alguna fusión con la luz y la naturaleza para aparecer en la obra. Así leemos en el prólogo que: “(Reverón)También se planteó transformarse para que al plasmar la luz pudiera él mismo sentirse como parte de ella, es decir, como integrado física y visceralmente a la naturaleza. (…) verse a sí mismo en el proceso de percibirla y hacer del cuadro el testimonio de este proceso. (…) Decía: cuando pinto,  no puedo separar la luz de mis colores”.
Más adelante, encontramos que la pintura para él era también una manera de expresarse más allá de lo que puede  hablarse. Algo de lo que no se puede decir aparece en su obra. Así lo hace saber Calzadilla en el mismo prólogo.  Cito: “Lo que había en él de impulsiva y apremiante necesidad de expresarse, no requería  ser justificado fuera del resultado en que satisfacía ese afán absoluto de  traducir lo invisible que, por otra parte, se manifestaba de modo natural, como puro y sensual goce”.
 Hay muchos testimonios que hablan sobre algunas teorías de Reverón en las que plantea que el pincel es la lanza y el lienzo, el toro; o que él es el lienzo sobre el que arremeten los pinceles-toro,  pinceles-lanzas. Así podemos pensar que el pintor forma parte de su obra, que se cuenta en ella. Algo de sí mismo parece transvasarse al cuadro que pinta. Especialmente en relación con los toros, con los que, según algunos testimonios, le sirve para representarse a sí mismo.
También abrigaba la creencia de que el rol del pintor es parecido al de un torero en el trance de lidiar un toro. Se dice que nunca pintó una corrida de toros, aunque sí pintó toros en otras circunstancias.  En una oportunidad al final de su vida, manifestó su deseo de pintar una corrida de toros y al ser interrogado del porqué deseaba pintar eso, él respondió evadiendo una respuesta precisa,  que lo que quería era pintar a la esposa del Dr. Báez Finol observando la corrida, sentada, con mantilla y peineta.  Pocos días después, murió.
Otras teorías del pintor nos permiten acercarnos al lugar que le otorga a su propio cuerpo en su obra. Hay testimonios que nos permiten acceder a lo que él planteaba como el efecto que el proceso de pintar ejerce sobresu propio cuerpo y al contrario, el efecto que su cuerpo ejerce en su pintura. Algunos testimonios:
“Reverón pensaba que el pintor debe atacar el lienzo como un guerrero lo hace ante un enemigo”.
Se cuenta que en una oportunidad tuvo que hacer varios rituales y terminar comprimiendo su vientre “para apartar los malos pensamientos que surgirían ante la modelo desnuda a la que se disponía a pintar”.
Era frecuente apretarse el vientre para pintar. Decía que de esa manera podía separarse la parte superior del cuerpo, que era la parte espiritual, de la parte inferior del cuerpo, que era la parte material, para evitar que interfiriera con el proceso de la pintura.
Algunas anécdotas destinadas a contar la relación de gran amistad que estableció durante muchos años con el pintor ruso Ferdinandov, nos permiten otros datos al respecto.  Cuando Reverón se muda a Macuto, su amigo le regaló dos libros y  le dijo: “si los tienes contigo, nada más te hará falta”. Eran la Biblia y El Quijote. Desde entonces, Reverón solía amarrarse esos libros al cuerpo a la hora de pintar, la biblia sobre los órganos reproductores y el Quijote en las vísceras que inciden en la naturaleza del pintor.
También podemos escuchar quien ha contado que, al faltarle la inspiración, Reverón”frota sus brazos con una tela gruesa hasta hacer saltar sangre. Luego se va a “calentar la vista”, como él mismo decía, extasiándola en los colores del día, en el paisaje. Sigue después lo que él llama el baile de los colores, una necesidad del pintor que consiste en sentir los colores por medio del tacto. Palpa los colores antes de utilizarlos. Trabaja casi desnudo, pues asegura que así evita la intromisión del color de las ropas entre la obra que va surgiendo y la pupila. En ocasiones se ata los miembros con cuerdas,  para que las acciones reflejas no perturben la obra, la ejecución”.
De otro relato, obtenemos los siguientes datos: “Una vez alcanzado el estado de trance, acometía el lienzo con las dos manos, ejecutando rápidos trazos, con el denuedo de quien está agrediendo a alguien. Y en verdad que Reverón concebía el lienzo como un cuerpo. Ya pintado el cuadro, solía efectuar sobre éste cortes, incisiones y raspados empleando para ello uñas y dedos, hasta sacarse sangre”.
Es importante destacar también el placer que pintar le producía a Reverón, y no solamente pintar, sino enseñar a pintar. Así transmitía el entusiasmo implícito en ello, lo que además aseguraba que cumplía la función de transmitir el deseo de pintar. Da testimonio de que pintar para él, es parte de su vida y se integra a ella. De Emiliano Santana toma calzadilla la siguiente anécdota: observaba Reverón a Pedro Ángel González en una clase que daba de pintura a la manera tradicional de observar silenciosamente a sus alumnos reproduciendo un modelo. Corregía, aconsejaba y daba rápidas indicaciones. Reverón lo llamó aparte al profesor y le dijo: “No estoy de acuerdo con el método. Lo correcto es que tú pintes un cuadro y que tus alumnos vean con detenimiento lo que haces. Así los muchachos se entusiasmarán al verte pintar. Tú te entusiasmarás porque estás pintando. Todos se entusiasmarán y al final verás que has pintado un cuadro. Luego venderás el cuadro, cobrarás el dinero y así te entusiasmarás todavía más”.
Estos planteamientos constituyen un aporte, que si bien no pretende responder a todas las preguntas planteadas inicialmente, marca un punto de inicio en una línea de elaboración que se inicia para mí con este trabajo.
Quiero retomar para finalizar un pequeño cuento relatado por el pintor, y que es el epígrafe del libro anteriormente nombrado de Calzadilla: “Una vez un artista fue donde el Rey a llevarle un regalo y le mostró las manos vacías. El Rey no vio nada en las manos del artista. El Rey aceptó el regalo al mirar los ojos del artista. El artista no necesita llevar nada en sus manos. Con los ojos le basta.”  Podemos decir entonces que para Reverón, el cuadro está en los ojos del pintor, en lo que toma de lo que le rodea y le sirve de modelo para una idea que surge de una pintura a partir de lo que descubre en lo que mira. Hay una anécdota relatada por Juanita, su compañera, del día en que se conocieron y que me permitió evocar este cuento que había leído antes:  “…entonces me dice él, vamos a verle las manos, entonces yo le digo, esa mano no, no, y …me arrancó los guantes y me vio las manos. Ay, pero que manos tan lindas tiene, preciosas tiene esas manos, las tiene como para pintar una virgen”.

Adriana Meza
Psicoanalista de la NEL-Maracay

* Intervención para el Cine-Foro: “Reverón: cuatro testimonios” (CICLO “PSICOANÁLISIS, SU VIGENCIA HOY”)