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sábado, 6 de agosto de 2016

LA VIOLENCIA CONTRA EL SEXO FEMENINO, por Silvia Ons



Hay una afirmación de Lacan-muy conocida por los psicoanalistas-y comprobaba en la clínica: el hombre para una mujer puede ser una aflicción o algo peor: un estrago. Los hechos de violencia dirigidos al ser femenino actualizan día a día esta fórmula pero aún sin llegar a tales casos extremos, la devastación que puede provocar en ellas el amor basta para ejemplificarla. Claro que conviene distinguir la aflicción del estrago, si la aflicción remite a pesar, pena, dolor, pesadumbre, tristeza, congoja, amargura, desazón, cuita, duelo, consternación, tribulación, abatimiento, desolación, desconsuelo, desesperación, sufrimiento, mortificación, tormento, tortura, quebranto, agonía, ahogo, sinsabor, carga, contrariedad, el estrago es mucho más extenso ya que habla de ruina, de destrucción e incluso es usado en ocasión de delitos. Fue Lacan, mucho más que Freud quien, adentrándose en la singularidad del goce femenino pudo advertir los efectos que puede llegar a tener el partenaire en sus vidas. Hay distintas figuras de la aflicción y hay distintas modalidades del estrago.

Sabemos de los profundos cambios vinculados con el lugar de las mujeres en el mundo y que marcan entre la mitad del siglo pasado y este, un desarrollo sin precedentes en la historia. Su inserción el mundo laboral, la separación de la sexualidad de la maternidad con la aparición de los anticonceptivos, su participación en ámbitos públicos y universitarios y ni que decir de su acceso a la investidura presidencial inimaginable otrora. Sin embargo la condición femenina padece desde siempre una segregación a veces discreta y otras abiertamente declarada como reflejo de la imposible integración de la femineidad en el espíritu humano. Las mujeres se destacan, no hay duda, pero cabe pensar si en su goce son en realidad tan modernas, de hecho la necesidad de amor sigue vigente y ningún lugar en lo social alcanza difícilmente para suplirlo. Cabe analizar la razón por la que ese anhelo puede conducir a la aflicción y en los casos más severos al estrago. Cabe también indagar en la culpa por acceder a lugares antes vedados y a la búsqueda de castigo consecuente.

AMOR Y AFLICCIÓN

Freud hizo recaer en la maternidad el desenlace de una feminidad normal donde la niña troca su deseo de pene por el deseo de un niño El descubrimiento de la castración es un punto de viraje en su desarrollo:

“Se siente gravemente perjudicada, a menudo expresa que le gustaría “tener también algo así”, y entonces cae presa de la envidia de pene, que deja huellas imborrables en su desarrollo...”.

La maternidad se dibuja como el camino normal compensatorio de la castración. Si transformarse en madre es la mejor solución que encontraría la posición femenina, es porque Freud pensó a dicha solución en términos de tener…el falo. El hombre, en este sentido sería el portador quien le daría a ella el ansiado niño, sustituto del pene faltante.
Sin embargo, tal resolución no dejó tranquilo a Freud quien no dejó de referirse al enigma de la feminidad que ha hecho cavilar a los hombres de todos los tiempos. Dicho de otro modo: si el ser madre fuera la respuesta capaz de obturar aquello que la mujer desea, no aparecería la feminidad como enigma. No cesó de preguntarse por el deseo de una mujer, así, a fines de 1924, tratando de resolver algunos enigmas planteados por Abraham sobre la sensibilidad del clítoris y de la vagina confesó que sobre el tema no sabía absolutamente nada. En 1928 reiteró este desconocimiento cundo le confesó a Jones que “todo lo que sabemos del desarrollo temprano femenino me parece insatisfactorio e inseguro”. Finalmente a Marie Bonaparte le dirigió la famosa pregunta ¿Was will das weib?: ¿Qué quiere la mujer? La maternidad se presenta entonces como la solución por el sesgo del “tener”, mientras que el enigma femenino es lo que resta de ese tener. Por un lado afirmó que el deseo del pene sería quizás el deseo femenino por excelencia pero por el otro, la vida sexual de la mujer tenía para él algo de “continente negro” como sitio misterioso e hierático afín con lo oculto y con el misterio. Lacan vio allí lo que no se deja apresar en términos del goce masculino, ubicando al goce femenino como nunca había sido descripto en la literatura psicoanalítica, un goce muy ligado a la palabra de amor. Menos se ha hablado acerca de su relevancia en Freud, imposible de circunscribir al deseo de pene, aún en su derivación en deseo de un hijo. Sin embargo fue él quien ubicó el temor a la pérdida de amor como equivalente a la angustia en la mujer:

“Respecto de la condición de angustia válida para ella, tenemos derecho a introducir esta pequeña modificación: más que de la ausencia o de la pérdida real del objeto, se trata de la pérdida del amor de parte del objeto”.

Por un lado, la maternidad se encamina hacia la línea sustitutiva en la lógica del tener, quizás por ello antes se decía que una mujer embarazada estaba “de compras”. Sin embargo el “tener” no llega a recubrir la angustia ante la pérdida de amor ya que en este caso, dice Freud que no se trata de un objeto sino del amor ¿Qué es el amor? Vale aquí remitirnos al decir de Kierkegaard cuando afirma que es tan difícil definir su esencia como definir el ser, y entonces podemos advertir que el amor y lo femenino se aproximan en tanto cercanos a un irrepresentable.

Siempre recuerdo a una paciente que atendí en mis primeros años como analista, se trataba de una señora humilde pero conocedora de textos de divulgación del psicoanálisis. Ella me dijo con absoluta convicción que Freud se había equivocado al decir que las mujeres se angustiaban por no tener relaciones sexuales ya que ella se angustiaba…luego de consumarlas. Es el vacío que se abre y que requiere de esas palabras de amor montadas sobre el silencio de un goce que no las identifica. Seguramente por ello, Freud equiparó a la hondura femenina con un desierto imposible de ser poblado y Lacan afirmó que en ellas el amor no puede darse sin el decir ya que, ese decir bordea lo que no tiene nombre.

Vayamos ahora a lo que Lacan considera acerca del goce genital masculino. La tumescencia y detumescencia peneana signan a ese placer que se consuma al llegar al límite. “Petit morte”: “pequeña muerte” dicen los franceses para aludir al momento refractario posterior a tal culminación. Esa función evanescente, en la que el máximo goce coincide con su fin, se revela mucho más directamente en el orgasmo del varón. Así, se trata de un momento en el que sale a la luz la distancia entre el goce masculino y el femenino, de ahí el lamento de muchas mujeres acerca del dormir de algunos compañeros luego del coito. En el acto sexual, los cuerpos se abrazan al unísono, para luego separarse revelándose heterogéneos. Lacan ubica al desfallecimiento fálico como esencial en la experiencia masculina y como aquello que hace comparar a ese goce con la pequeña muerte, localizando en esa deflación, a la castración presente en el encuentro entre los cuerpos. La castración no será pensada al modo freudiano como una amenaza de parte del padre, lejos de ser algo temido como posibilidad, ella se localiza a nivel del cuerpo en tanto caída de la turgencia fálica. El verbo “acabar “expresa la cercanía del orgasmo con el fin que, al igual que el “consumar” indica que algo se realiza encontrando un límite.

Si un hombre puede llegar eventualmente ser un estrago es por tener ella-a diferencia de él-un goce que no se consuma al modo de una caída y así, su demanda de amor tiende al infinito, por ser demanda de palabra que nombre aquello sin nombre que la atraviesa. En definitiva: su goce no la identifica y su pretensión por lograrlo puede ser inagotable por lo imposible de dar representación a lo irrepresentable, en este sentido ya no el hombre mismo como estrago sino el esperar demasiado de él. Claro que este” ser hablada” puede adquirir en determinados casos, un grosor que no podría asimilarse a la palabra de amor, tal configuración es la que permite entender la razón por la cual ciertas mujeres no se separan del hombre golpeador tan fácilmente, como cabría de esperar. Se dirá que es una locura ya que los golpes son opuestos al amor, pero algunas mujeres experimentan en ellos la prueba de ser únicas para él. El hombre violento es en general aquel que les habla, que las nombra, que las separa de la familia, quien se presenta en suma como el Otro absoluto en la época del Otro que no existe. Generalmente paranoicos, avizoran como tales el inconsciente del otro y sus raíces culpables, tal captación es la que genera dependencia: él sabe algo sobre mí. En un mundo en el que las mujeres han logrado tanta independencia, el hecho de que algunas se sometan al golpeador invita a una reflexión. Si bien los casos descriptos por Freud tienen aún vigencia, encontramos en la clínica cuadros inéditos que reflejan el malestar actual en una cultura que no es la de principios del siglo pasado, en la que se descubrió el psicoanálisis. La decadencia de antiguos valores, los cambios vinculados con las constelaciones familiares, la declinación del padre, el estado actual del capitalismo, los avances tecnológicos etc. inciden en las estructuras clínicas. Muchas veces se presentan sujetos que han perdido la brújula, esa que daban los ideales, el padre y los caminos que parecían certeros. Algunas mujeres encuentran en el golpeador su relevo.

GÉNERO Y SEXO

La violencia contra las mujeres está lamentablemente a la hora del día y, si bien ella no es nueva, cabe ubicarla bajo la perspectiva de ciertos ángulos de esta época. Su empleo se utiliza fundamentalmente para aquella dirigida del hombre hacia la mujer y no distingue la palabra “sexo” de la palabra “género”. Así, muchas veces, encontramos estos términos indiferenciados o bien empleos en los que el vocablo “género” suprime al de “sexo”. La “Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de La Violencia de Género”, lleva el término “género” y lo adosa en su sigla: CONSAVIG.

Desde el psicoanálisis no podemos homologar el “genero” con el sexo y al referirnos a este tipo de violencia diremos: violencia contra el sexo femenino más que violencia de género ya que el género no recubre al sexo. Es que las construcciones sociales no alcanzan para circunscribir los goces diferentes que se juegan del lado hombre y del lado mujer. Hay una estrecha vinculación entre el culturalismo y las teorías de género, que plantean que la orientación sexual de una persona y su identidad o género son el producto de una construcción social y que, por lo tanto, los lugares que se ocupan no dependen de un dato biológico sino de la función a desempeñar. A partir de la inclusión del género en la lectura de la realidad, se reservó el término “sexo”, para designar a las diferencias anatómicas y fisiológicas entre machos y hembras, y el término “género”, para designar la elaboración de valores y roles impuesto por la cultura sobre la diferencia sexual. Así, por ejemplo se dice que la mujer que aparece en las teorías es el producto de una construcción social específica de lo femenino y que la dominación sexista trabaja en el interior de las disciplinas supuestamente científicas racionalizando lo que no es más que relación violenta de poderes; nada determinante hay en la condición biológica femenina. Tal desconocimiento de la anatomía en pos de un funcionalismo abre un debate entre un conservadurismo reaccionario que entroniza a la naturaleza, y un funcionalismo “optimista” donde lo que importan son las funciones.

Para el psicoanálisis el cuerpo tiene una dimensión real que lo hace éxtimo al yo, el sexo jamás puede identificarse con lo que percibe la conciencia Por ello el psicoanálisis cuestiona el punto de la ley de la de identidad de género en el que se homologa al sexo con lo “auto percibido”.

La afirmación freudiana “la anatomía es el destino” que fue tantas veces criticada, merece una adecuada atención. ¿Cómo pudo el creador del psicoanálisis, aquel que consideró la importancia de las identificaciones en la conformación de la sexualidad y que hacen que el sexo no sea un dato primero, hacer luego suya la sentencia de Napoleón tan repudiada por los estudios de género? El psicoanálisis demostró con Freud la existencia del polimorfismo de la sexualidad infantil y se afanó por considerar a la homosexualidad como un destino posible como el de la heterosexualidad. ¿La anatomía entonces como destino? Quizá con esto quiso decir que, pese a las diversas orientaciones sexuales, pese a la constitución del objeto sexual que no puede afirmarse como ya dado, el cuerpo es marca insoslayable.

LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES Y EL SÍNTOMA SOCIAL

Tanto Freud como Lacan aludieron a las manifestaciones sociales de su época, Freud se refirió a la “angustia social” y Lacan al “síntoma social”. La guerra atravesó la vida del creador del psicoanálisis, dejando su impronta también en su escritura. En su célebre trabajo “Psicología de las masas y análisis del yo” describe al fenómeno de masa que está en la base de la conformación de los grupos sociales. La cohesión de estas formaciones proviene de una identificación entre los individuos que la conforman, cuya base reposa en que todos ellos comparten el mismo ideal personificado por el líder. Así los sujetos identifican entre sí su “yo” en tanto todos ellos tienen idéntico ideal del yo encarnado por quién dirige al grupo, esos lazos otorgan fuerzas a estas formaciones y las preservan de su disolución. Freud nos dice que cuando declina la figura del líder también caen las identificaciones de los integrantes y este quiebre dará lugar al pánico, ya que al desaparecer los lazos recíprocos, se libera una gran angustia desencadenada por sentimientos de indefensión:

“Lo caracteriza el hecho de que ya no se presta oídos a orden alguna del jefe, y cada uno cuida por sí sin miramiento por los otros. Los lazos recíprocos han cesado y se libera una angustia enorme, sin sentido”.

Lo social es así ubicado como regulador, como amortiguador, y la rotura de su tejido deja al sujeto en la intemperie. La actualidad de la “angustia social” en esta época puede pensarse a la luz de esas coordenadas, la caída de los ideales comunes produce un estado de fragmentación similar al descrito por el creador del psicoanálisis. Es que no habrá que pensar que el ideal sólo esté representado por el conductor, bien puede encarnarlo una idea capaz de nuclear a un conjunto. En nuestra contemporaneidad el desfallecimiento de la autoridad corre paralela con la ausencia de ideas rectoras capaces de orientar. Resulta entonces un estado de fragmentación, en donde la rotura de los lazos deja a los sujetos más permeables a sus pulsiones en ausencia de las ligaduras afectivas entre ellos. Es decir que el peligro no es solo el que emerge de afuera sino, el que tiene por causa impulsos desenfrenados, que brotan de manera inédita.

Lacan aludió al síntoma social y dijo de él: “Solo hay un síntoma social, cada individuo es realmente un proletario, es decir no posee ningún discurso con el que hacer vínculo social, dicho de otro modo, semblante”.

Tal síntoma guarda una estrecha relación con la violencia ya que ella aumenta allí donde falta la palabra. Ya en 1954 Lacan esbozó tal definición bajo la forma de una pregunta:
“¿No sabemos acaso que en los confines donde la palabra dimite empieza el dominio de la violencia, y que reina ya allí, incluso sin que se la provoque?”.

Luego en 1958 planteó en forma contundente, diciendo de la violencia:

“No es la palabra, incluso es exactamente lo contrario. Lo que puede producirse en una relación interhumana es o la violencia o la palabra”.

Notablemente Lacan vincula este síntoma con el capitalismo, ya que ser proletario se liga con no poseer ningún discurso con el que hacer lazo. Ser un proletario equivale a valer en el mercado exclusivamente como valor de cambio, carecer en definitiva de otro valor que no sea el fijado por el intercambio. Interesar, en suma como una moneda que aún está en circulación, lograr estima por ese precio, obtener buena cotización por la taza de beneficios. Para Lacan no es sólo proletario aquel clásicamente considerado como tal sino cada individuo y no cada sujeto. Esta afirmación se comprende si pensamos que el proletario ha perdido por su inserción en el mercado al valor de uso que es justamente el valor subjetivo. Ya, en la primer parte del Capital, Marx muestra cómo la relación entre los mismos hombres adopta “la forma fantasmagórica de una relación entre cosas”. Tal inserción anula la capacidad discursiva que es la que posibilita los lazos, entonces las relaciones entre los hombres estarán determinadas por los lugares que ocupen en el intercambio. La caída del discurso amo signa nuestra contemporaneidad, tal descenso tiene estrecha vinculación con la violencia:

“Si el discurso del amo constituye el lecho, la estructura, el punto fuerte en torno del cual se ordenan varias civilizaciones, es porque el resorte es allí, pese a todo, de un orden distinto que la violencia”.

Vemos entonces que aquello que Lacan considera como síntoma social, se corresponde con lo que Freud nomina “angustia social”, en el sentido en que ambos conciernen a la ruptura del lazo social. Pero también se imponen las diferencias. En Freud tal quiebre estaría producido por la pérdida del líder en la medida en él favorecía las identificaciones recíprocas, su disolución deja a la intemperie a los sujetos. En Lacan es la inclusión en el mercado como proletario la que hace que las relaciones estén determinadas por los valores de cambio siendo entonces similares a las mercancías que-podríamos agregar-son desechadas ni bien devienen obsoletas. Muchas veces la violencia contra el cuerpo de una mujer implica transformarlo en un objeto cuyo destino será la bolsa de basura como en tantos casos de femicidio.

Freud anticipa el desfallecimiento del discurso amo y Lacan ubica al discurso capitalista tomando su relevo. Así la violencia salvaje guarda una estrecha relación con el capitalismo salvaje, pero también el “salvajismo” se vincula con un tipo especial de violencia que atraviesa nuestros días tal como lo desarrollé en mi libro Violencia-s Nadie podría dudar acerca de que unos de los síntomas más destacados del mundo actual es el fenómeno de la violencia. Ella se incrementa cada vez más, prolifera, se multiplicarse, bulle en el aire que respiramos, y aún sin realizarse, está presente como una amenaza que tiñe nuestra existencia. No sólo su poder omnímodo se manifiesta en las terribles tragedias cotidianas que, por lo repetidas, ya parecen moneda corriente, sino en la manera en la que es interpretado el mundo. Todo gesto puede llevar su germen, los otros se transforman en enemigos potenciales, parafraseando a Heidegger: “el mundo como imagen” “el mundo como violencia”, quizás la forma contemporánea de la imagen del mundo. Pero vayamos ahora a lo más específico de las relaciones constituidas bajo su égida.

EL GOLPEADOR Y SU PARTENAIRE

En la actualidad, lo más notable de la violencia del varón contra el sexo femenino, es que corre paralela con el cambio de posición de las mujeres en el escenario social. Considerar a las féminas como seres en pie de igualdad con el hombre, tanto en lo civil, como en lo intelectual y en diversas esferas es algo verdaderamente inédito y reciente. Hasta el siglo XX las diferencias anatómicas, psicológicas, etc., entre hombres y mujeres, servían para justificar la no paridad en sus derechos cívicos, políticos, laborales, etc. Y ahora que se aboga y se sigue luchando- por lo menos en los países occidentales avanzados por esa igualdad- se está corriendo el riesgo de suprimir las disparidades. Posiciones tanto progresistas como conservadoras en este sistema capitalista promueven una homogeneización de los sujetos tendiente a borrar el carácter singular de la existencia de cada uno y también la diferencia de su posición sexuada. Lo homogéneo, lo idéntico no llevan-como creería el sentido común- a la armonía sino que generan un aumento de tensión agresiva y violencia en los vínculos. Ya en 1950, Lacan nos advierte en su ensayo sobre criminología:

“Que una civilización en la que el ideal individualista ha sido elevado a un grado de afirmación hasta ese momento desconocido, los individuos resultan tender hacia un estado en que pensarán, sentirán, harán y amarán exactamente las cosas a las mismas horas en posiciones del espacio estrictamente equivalentes, con todo, la noción fundamental de la agresividad correlativa a toda la identificación alienante, permite advertir que en los fenómenos de alienación social debe haber un límite en el que las tensiones agresivas uniformadas se deben precipitar en puntos donde la masa se rompe y polariza”.

Es uno de los primeros descubrimientos de Lacan: la agresividad como correlato de la identificación narcisista. El hombre violento es el hombre impotente que solo puede hacer aparecer su “virilidad” mediante la fuerza y cuando se apela a la fuerza es porque ya no se tiene autoridad. La violencia no pertenece bajo este sesgo a un régimen patriarcal, sino a su ocaso, es decir a la declinación del padre. No hay que olvidar que el vocablo autoridad (autoritas) proviene del verbo augure que significa aumentar. En este primer significado, se considera que los que tienen autoridad hacen cumplir, confirman o sancionan una línea de acción o de pensamiento que engrandece.

En La noción de autoridad dice Alexandre Kojève:

“Si para hacer salir a alguien de mi habitación, debo emplear la fuerza, debo cambiar mi propio comportamiento para realizar el acto en cuestión y de esa manera demuestro que no tengo autoridad”.

La autoridad, entonces, excluye la fuerza y exceptúa la violencia pero para operar debe ser reconocida, debe tener una causa, una justificación, una razón de ser. Y ella no está engendrada por el ser que la posee sino por sus actos. El argumento esgrimido por este filósofo nos lleva a concluir que el aumento de violencia en la época actual es coetáneo con la declinación de la autoridad. La primera se acrecienta a medida en que la segunda se debilita:

"Sólo cuando un sistema de autoridad se desmorona, o un individuo dado pierde su autoridad, debe recurrirse al poder para asegurar su conformidad...”.

Pero: ¿qué hace que muchas mujeres permanezcan junto al hombre violento a pesar de que el acto agresivo sea usual, repetido, esperado y hasta corriente? Gustavo Dessal describe que cuando la violencia de ETA castigaba a España, un policía encargado de dar protección por orden judicial a mujeres amenazadas por sus parejas, confesaba que su labor le causaba mucha más ansiedad que la de ocuparse de la custodia de personas amenazadas por el terrorismo. Basaba su llamativa observación en el hecho de que estas últimas cumplían a rajatabla con todos los protocolos de seguridad que se les indicaba, mientras que muchas mujeres escapaban de su guardaespaldas para mantener encuentros clandestinos con aquellos hombres a los que los jueces habían aplicado una orden de alejamiento. Hace unos años, una jueza se vio enfrentada a un problema ético, le fue requerido el permiso por parte de una mujer para casarse con su agresor, encarcelado por acciones violentas dirigidas hacia ella misma.la jueza negó ese permiso y esa mujer la acusó de no respetar la libertad de elección En nuestro país, fue famoso el caso del hombre que mató a una de las hermanas gemelas y la otra se casó con él cuando estaba en la cárcel. ¿Porqué tantas mujeres persisten de este modo al lado del golpeador? La igualdad da lugar a la pérdida de la singularidad, por ello cuando Lacan se refiere al síntoma social dice: “todo individuo es un proletario” y en ese “todo” permanece indistinto varón y mujer. Considero así, que algunas mujeres tratan de suplir la singularidad faltante, bajo la forma de ser “únicas” para él ya que el hombre violento las entroniza como irremplazables, excepcionales, insustituibles. Gustavo Dessal ubica el “Tu eres la que me seguirá” como esa voz irresistible y letal donde el hombre encarna al superyó más feroz en la que ella será la elegida. Es la razón por la cual existen casos de “vuelta atrás” luego de que estas mujeres hicieran la denuncia, debido a la atracción hacia ese partenaire que les otorga sentido a su vida con el que se entrelazan un embeleso cautivo y un terror fascinado ¿Cómo entender tal necesidad de ser única aún con el precio de morir? Es que la igualdad es un caro reto a la singularidad y cuando la mujer no puede encontrarla “ser única para él”, intenta restituirla.

Tomado de: Revista Noticias, Buenos Aires, 12/09/2015

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* Silvia Ons es Analista Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.

jueves, 24 de marzo de 2016

Eric Laurent. Los autistas. Sus objetos y sus mundos. Conferencia en Buenos Aires, 2013. (Extractos)


“Tanto para los padres de niños que son considerados autistas, como para los autistas adultos, es una batalla orientarse en los dispositivos de cura o de aprendizaje que les son propuestos. Y es, creo, la batalla fundamental en la cual podemos ayudarles a hacerse escuchar en las dificultades que tienen para encontrar cómo alojar los sufrimientos de esos sujetos.”
“Es el desarrollo de lo que podemos llamar una epidemia de autistas. Hemos pasado, hace 30 años, de lo que se admitía que era autismo, de un niño en mil, al momento del DSM IV,(…) ahora tenemos las últimas cifras del año 2012, que dan un niño en 80.”

“Lo que hay, también, que hace debate, es cuando se acepta que no hay medicación para lo que es el sujeto autista, contrario a lo que es la bipolaridad, hiperactividad, ni hablar psicosis, en los cuales hay una clase de farmacopea que se puede referir a esto. Nadie hasta el momento, ha propuesto algo que pudiese dirigirse al autismo. Entonces, ¿qué hacer? ¿Separar al sujeto autista de su objeto de goce? ¿O tratar de hacer algo con él? Esto es también una batalla entre los que consideran que hay que rectificar el comporta-miento del sujeto autista, separarlo de su objeto, separarlo de su obsesión fija, su pasión fija por un objeto definido en una precisión absoluta, y los que piensan que más bien apoyarse en esto para extender este interés en otros campos.”

 “Pero hay que ver que los sujetos que son los más hostiles a esta reducción neurobiológica y a la reducción del tratamiento a una reeducación comportamental, los más hostiles, son los autistas mismos de alto nivel, que consideran que tienen una relación con el mundo, que tienen un mundo particular en el cual viven, y que tienen un funcionamiento particular del cual hay que aprender”.

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Para seguir leyendo: http://ampblog2006.blogspot.com/2016/01/conferencia-eric-laurent-los-autistas.html

lunes, 21 de diciembre de 2015

"El odio es sin razón, pero no sin objeto", por Clotilde Leguil


A partir de los recientes atentados en París y de su lectura del último libro de J. Rogozinski sobre la lógica del odio, Leguil se propone dar cuenta de un enfoque que no verse sobre las causas que podrían esclarecer el fenómeno del terrorismo y que, junto a toda una perspectiva sociológica, conduciría a tratar de legitimar un odio que no tiene razón. Sosteniendo que ninguna causa del mundo permite explicar el yihadismo, hará hincapié en que si bien el odio no tiene causa, “es del orden de un afecto en el fundamento mismo de la pulsión, […] está en el corazón de la topología subjetiva y testimonia de esta relación, a la vez de proximidad y de rechazo, que el sujeto puede mantener con la figura del Otro” en su extrañeza o su carácter inasimilable. “El odio engendra la persecución de sospechosos, la legitimación del terror, la teoría del complot y la identificación del enemigo entre nosotros.”

Retomará la advertencia lacaniana “Cuídense de comprender” respecto a “este goce real que irrumpe bajo la forma atroz de pasajes al acto calculados”, sosteniendo que no es tanto cuestión de religión sino de un extremismo pulsional insensato. Volverá entonces sobre el triunfo de la religión augurado en 1974 por Lacan, para proponer que se trata más del triunfo del goce que del monoteísmo, y que tal vez vivimos en una mutación de la religión, donde ésta ya no tendría como función “vincular y hacer lazo social, sino destruir y comandar”. Así, frente a quienes aseguran conocer la fórmula de la felicidad o de la realización del hombre y pretenden imponerla, Leguil nos recordará que, con Freud y lacan, sabemos que es cuidándonos de conocerla que nos mantenemos a distancia de la lógica del odio. Frente a la certeza de la pulsión de muerte, “preferimos la incierta identidad de nuestro ser”.


(Publicado en “Psicoanálisis inédito”, 18-12-2015)

miércoles, 15 de julio de 2015

"¿De qué le hablaban a Freud las mujeres?", por Shula Eldar


Conferencia pronunciada por Shula Eldar el 15 de mayo de 2009 en el marco del ciclo: “Eso que llamamos inconsciente” que tuvo lugar en la Biblioteca del Campo Freudiano de Barcelona.

Resumen

El presente texto pone de manifiesto el nudo entre el deseo del analista y el descubrimiento del propio inconsciente, tal y como lo hallamos en Freud: bajo la forma de un acontecimiento (el del encuentro con algunas mujeres histéricas) que instaura una nueva ética. Un recorrido por las elecciones vitales del padre del psicoanálisis ilustra cómo se cimentó el Freud analista. Ello no es sin el encuentro con lo que de perturbador tiene el inconsciente, saber del que Freud pudo extraer el lugar de una causa, reprimida. Pero este no se produce si no hay la transferencia, como ilustra el caso de Anna O. Más allá del sentido sexual, Freud apuntó a un real, manteniéndose fiel a la ciencia.


Introducción.

Pensé en este título para la conferencia de hoy porque me pareció apropiado para dar una perspectiva general de los comienzos del psicoanálisis; de su nacimiento como ciencia del inconsciente.

En la gestación del psicoanálisis, en los primeros pasos de Freud, jugó un papel fundamental el saber que le aportaron a finales del siglo XIX sus primeras pacientes histéricas quienes, al ponerse a hablar, mostraron de qué manera el deseo se constituye en la relación con el lenguaje.

Es cierto que después de más de un siglo el psicoanálisis ha cambiado. Se ha modificado. Nuevas preguntas surgen de la práctica y de ahí proviene el dinamismo que demuestra que la experiencia no se ha eclipsado, que no ha quedado reducida a una ortodoxia. ¿Qué da vivacidad a una experiencia? Podemos contestar que es la fuerza del deseo que sigue dando sentido a la acción del psicoanálisis. Por eso no es un interés meramente histórico lo que justifica que intentemos interrogarnos sobre cómo se gestó este descubrimiento y que retornemos a lo que quedó trazado en las etapas pasadas. “Se necesita haber recorrido ya un poco de camino para que el comienzo se aclare por la retroacción”. 1

Entonces: “¿Por dónde empezó Freud? ¿Cómo fue que se abrazó al hilo de un deseo con el cual se atrevió con lo que ignoraba y de allí tejió una obra tan compleja como orgánica?”, se preguntaba Lacan.2 ¿Qué encontramos volviendo al punto de partida que nos señala esta pregunta?

Encontramos lo que Lacan nombró como el “acontecimiento Freud”.3 ¿Qué es un acontecimiento? Es la aparición de un hecho nuevo. El “acontecimiento Freud” es la aparición de la función del inconsciente que lleva su nombre, pero es también la aparición del psicoanalista. Uno no va sin el otro, constituyen un nudo.

Freud fue guiado hasta la función del inconsciente por esas admirables teóricas que fueron las primeras pacientes histéricas, a quienes trató a finales del siglo XIX. En sus síntomas pudo leer las huellas del deseo inconsciente. Ellas le fueron entregando poco a poco la solución. A medida que las escuchaba y que los efectos del inconsciente se le revelaban Freud iba construyendo su proyecto teórico que supuso, eventualmente, un cuestionamiento radical de la ética. Porque lo que Freud introdujo no fue solamente una nueva técnica terapéutica sino una nueva razón de la que se deducía una nueva versión del ser humano y asimismo una nueva versión de las fuentes, - desconocidas, rechazadas, ignoradas - , de donde procede lo que causa sus conductas y sus acciones. Lo que se desprende de la posición freudiana como lo que causa la conducta es una estructura hecha de tramas y redes que pasan por fuera del circuito de la conciencia pero que se pueden detectar en lo que cada uno dice sin saberlo. Para eso este discurso tiene que encontrar al destinatario de su mensaje. De ahí que el psicoanalista forme parte del concepto de inconsciente porque es a él a quien éste se dirige.4

martes, 18 de noviembre de 2014

NIÑOS AUTISTAS, por Silvia Elena Tendlarz

“No se puede aprehender al autismo por la suma de síntomas puesto que no se trata de una enfermedad sino de un ‘funcionamiento subjetivo singular’.
Dirigirse al niño autista como sujeto, no como ‘objeto’ educable, introduce posibilidades de encuentros inesperados, con soluciones que le permitan reinsertarse en el Otro de un modo original, sin ser encerrados en la discapacidad o en protocolos preestablecidos. Es un tratamiento de a uno, pero con otros.”




El siglo XXI es testigo de un aumento creciente del diagnóstico de autismo en la infancia. Se ha llegado a hablar de una verdadera epidemia. Este diagnóstico en expansión, ¿corresponde siempre a los individuos involucrados en ella? Una pregunta resulta acuciante: no se trata solo de diagnósticos sino cuál es la propuesta de tratamiento viable para los niños autistas.

El autismo tiene la particularidad de iniciarse en la pequeña infancia. También existen adolescentes y adultos autistas que, aunque la mayor parte de las veces varía la forma de presentación que tenían en su infancia, sobre todo por la ampliación del uso del lenguaje, mantienen ciertas características que no se modifican, sin augurar por ello un destino trágico que debemos aceptar con resignación.

Antes que nada es necesario distinguir el autismo del concepto de "goce autista". El autismo no es una enfermedad de la ruptura del lazo como expresión de nuestro mundo moderno aunque prevalezca el "todos autistas" en nuestro lenguaje corriente. El goce es siempre autoerótico, autista, más allá del tipo de lazo que prevalezca en nuestra contemporaneidad. El "autismo generalizado" nombra al goce, supone el lazo con el otro, sin que esta generalización suponga un diagnóstico. Es más, Jacques-Alain Miller indica que el autismo en sentido amplio es una categoría transclínica: es el estado nativo del sujeto al que se añade el lazo social.

A partir de un breve recorrido sobre la historia de este cuadro podremos examinar el abordaje psicoanalítico tanto conceptual como clínico.

lunes, 18 de agosto de 2014

El inconsciente y el cuerpo hablante, por Jacques-Alain Miller (Presentación del tema del X Congreso de la AMP en Rio de Janeiro 2016)

"¿Qué es el cuerpo hablante? Ah, es un misterio, dijo un día Lacan. (...) Para nosotros, el misterio cartesiano de la unión psicosomática se desplaza. Lo que constituye un misterio, pero aun así es indudable, es lo que resulta del dominio de lo simbólico sobre el cuerpo. Por decirlo en términos cartesianos, el misterio es más bien el de la unión de la palabra y el cuerpo. De este hecho de experiencia, se puede decir que es del registro de lo real."

jueves, 12 de junio de 2014

El tiempo lógico, según Lacan


Un hombre sabe lo que no es un hombre.
Los hombres se reconocen entre ellos por ser hombres.

Yo afirmo ser un hombre, por temor de que los hombres me convenzan de no ser un hombre.
(Lacan, "El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma")

La formulación sobre "los tiempos lógicos" de Lacan, es una de las herramientas teóricas que le han servido a Marita Manzotti para formalizar el "Dispositivo-soporte", modelo de abordaje del autismo implementado en la Fundación "Hacer Lugar". Este modelo será explicado en el seminario "Una clínica posible del autismo".
En el siguiente enlace pueden leer un resumen del texto de Lacan sobre los tiempos lógicos.

"El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma. Breve Resumen del Texto.", por Irene Domínguez Díaz

jueves, 22 de mayo de 2014

UNA MADRE DECIDE APOSTAR POR LAS INVENCIONES DE SU NIÑO AUTISTA



-Autismo-

Una madre decide apostar por las invenciones de su niño autista. El triunfo de Kristine Barnett.
por Jean-Claude Maleval

“Kristine Barnett debió hacer muestras de un coraje para ir en contra de los especialistas en autismo: ‘Tomé entonces la decisión más tremenda de toda mi vida. Aquel día, resolví alimentar la pasión de Jack. Quizá intentaba aprender a leer, quizá no. En todo caso, [se trataba de las cartas del alfabeto] más que retirárselas, me asegure que las tuviese siempre a su disposición.’ Ella descubrió entonces empíricamente los principios mayores del acercamiento psicoanalítico a los autistas: apoyarse sobre sus invenciones”

Lea el artículo completo en:


LACAN COTIDIANO N° 372


Hacia el Seminario Internacional:

"Una Clínica Posible del Autismo"

miércoles, 5 de marzo de 2014

20 TRABAJOS SOBRE UnREAL

 

 UnReal - Conversación


Cuando Jacques-Alain Miller presenta el tema del IXº Congreso de la AMP dice: “De esa palabra, “lo real”, Lacan hace un uso que le es propio, que no siempre ha sido el mismo y que deberemos esclarecer”. En la NEL se formaron 20 grupos de investigación dedicados a elucidar lo que Lacan propone con “lo real”. El punto de partida es Un real para cada uno, así como Un real nuevo y que se construye para el siglo XXI. Nos propusimos interrogar y cimentar ese UnReal a partir de temas tan disímiles pero también consustanciales. Cada grupo tuvo un responsable que convocó a otros colegas de las distintas Sedes y Delegaciones para llevar adelante la tarea, en un intento por atrapar algo de lo real. (Ver el cuadro de los grupos abajo) Los 20 trabajos están listos y los invitamos a leerlos antes de la Conversación virtual que organizaremos a fines de marzo.

LINK:
http://www.nel-amp.org/index.php?option=com_content&view=article&id=1369:textos-conversaciones&catid=17:noticias-y-actividades-del-baner-left

miércoles, 29 de enero de 2014

Lecturas de Freud "La novela faniliar del neurótico" - 1° de febrero


“Para el niño pequeño, los padres son al comienzo la única autoridad y la fuente de toda creencia. Llegar a parecerse a ellos -vale decir, al progenitor de igual sexo-, a ser grande como el padre y la madre: he ahí el deseo más intenso y más grávido en consecuencias de esos años infantiles. Ahora bien, a medida que avanza en su desarrollo intelectual el niño no puede dejar de ir tomando noticia, poco a poco, de las categorías a que sus padres pertenecen y dudar del carácter único y sin parangón que les ha atribuido.”

domingo, 27 de octubre de 2013

LECTURAS DE FREUD NOV. 2013: "Observaciones sobre el amor de transferencia"

"Todo principiante en psicoanálisis teme principalmente las dificultades que han de suscitarle la interpretación de las ocurrencias del paciente y la reproducción de lo reprimido. Pero no tarda en comprobar que tales dificultades significan muy poco en comparación de las que surgen luego en el manejo de la transferencia." -S. Freud, Observaciones sobre el amor de transferencia

"Nos informa el doctor Ernest Jones (1955, pág. 266) que, a juicio de Freud, este era el mejor de la presente serie de trabajos sobre técnica psicoanalítica." (-NOTA de James Stracey)


viernes, 1 de marzo de 2013

Lecturas de Freud: "DOS MENTIRAS INFANTILES"


"Es explicable que los niños mientan, siendo que no hacen sino imitar las mentiras de los adultos. Pero algunas mentiras de niños muy bien educados tienen un significado particular y deberían hacer reflexionar al educador, en vez de enojarlo. Dependen de muy intensos motivos de amor y pueden acarrear fatales consecuencias cuando provocan un malentendido entre el niño y la persona por él amada."

NOTA: La versión que utilizaremos del texto de DOS MENTIRAS INFANTILES de Freud, puede descargarse en este link: https://docs.google.com/file/d/0B1ksN5Iyv0qFWUhUaG5pSlRtbEk/edit?usp=sharing

domingo, 25 de noviembre de 2012

EL DSM-IV Y LAS FALSAS "EPIDEMIAS" (TDA, autismo, trastorno bipolar en la infancia...)

A propósito de nuestro pasado cine-foro sobre "LA INFANCIA BAJO CONTROL", resultan muy pertinentes esta declaración de Allen Francis -Presidente del Comité encargado de crear el DSM-IV- en Los Angeles Times del 1º de marzo de 2010:

"Como presidente del grupo de trabajo que creó el actual Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV), que salió en 1994 aprendí a través de una dolorosa experiencia cómo pequeños cambios en la definición de desórdenes mentales pueden crear enormes e indeseadas consecuencias. Nuestro equipo se esforzó por ser conservador y cuidadoso, pero inadvertidamente contribuyó a crear tres falsas 'epidemias' --trastorno de déficit de atención, autismo y trastorno bipolar en la infancia. Nuestra red fue claramente demasiado lejos y capturó a muchos 'pacientes' que podrían haber estado mucho mejor si no hubieran entrado en el sistema de salud mental".

Lo que este mismo autor señala sobre el venidero DSM-V es aun más preocupante, como ya comentaremos...
Ver aquí el artículo de Allen Francis

martes, 18 de octubre de 2011

Un Otro crédulo y cándido, por José Fernando Velásquez

Este es el titular de una noticia aparecida el 24 de Mayo de 2011, en el diario El Espectador (Bogotá):

“Pareja canadiense decide criar sin identidad sexual a su bebé”

El Otro decide sobre un ser: primero le da un nombre (le han puesto Storm -"tormenta"; y segundo, elige un tipo de educación para darle, (mantener en secreto el sexo de su bebé con el propósito de que Storm crezca sin identidad sexual). Las decisiones del Otro sobre el sujeto pueden tener una forma positivista, o sea que pretende imprimir algo en ese sujeto, por ejemplo con el nombre “Storm”; o al contrario, decisiones que apuntan a no establecer una acción: no caracterizarlo en ninguno de los dos géneros, masculino ni femenino (ellos lo ejemplifican así: a sus dos hijos mayores les permiten elegir en las tiendas ropas tanto en la sección de niños como en la de las niñas. El mayor decidió ponerse un vestido rosado y recoger su cabello largo con una cola de caballo).

Los padres dicen que lo hacen como "tributo a la libertad de elección en lugar de los límites”.

martes, 19 de julio de 2011

"Leer un síntoma", por Jacques-Alain Miller*



Tengo que revelarles el título del próximo congreso de la NLS, justificarlo y presentar algunas reflexiones sobre la cuestión que podrán servirles de referencia para la redacción de los trabajos clínicos que el título convoca. Elegí este título para ustedes a partir de dos indicaciones que he recibido de vuestra presidenta, Anne Lysy. La primera es que el Consejo de la NLS desearía que el próximo congreso sea sobre el síntoma, la segunda que el lugar del congreso sería Tel-Aviv. La cuestión por lo tanto era determinar qué acento, qué inflexión, qué impulso dar al tema del sintoma. Lo sopesé en función de mi curso que hago en París todas las semanas, donde me interrogo sobre Lacan y la práctica del psicoanálisis hoy, esta práctica que ya no es completamente, o quizá de ningún modo, la de Freud. Y en segundo lugar he sopesado el acento a darle al tema del síntoma en función del lugar, Israel. Y por lo tanto, todo bien sopesado, he elegido el título siguiente: leer un sintoma, to read a symptom.

Saber leer

Aquellos que leen a Lacan sin duda han reconocido aquí un eco de sus palabras en su escrito « Radiofonía», que pueden encontrar en la recopilación de los Autres Écrits, página 428. Señala allí que el judío es aquel que sabe leer[i]. Se tratará de interrogar ese saber leer en Israel, el saber leer en la práctica del psicoanálisis. Diré inmediatamente que el saber leer, como yo lo entiendo, completa el bien decir, que se ha vuelto un slogan entre nosotros. Voy a sostener con gusto que el bien decir en el psicoanálisis no es nada sin el saber leer, que el bien decir propio al psicoanálisis se funda sobre el saber leer. Si nos atenemos al bien decir, no alcanzamos mas que la mitad de aquello de lo que se trata. Bien decir y saber leer están del lado del analista, es propiedad del analista, pero en el curso de la experiencia se trata que bien decir y saber leer se transfieran al analizante. Que aprenda de algún modo, fuera de toda pedagogía, a bien decir y también a saber leer. El arte de bien decir, es la definición de esa disciplina tradicional que se llama retórica. Ciertamente el análisis participa de la retórica pero no se reduce a ella. Me parece que lo que hace la diferencia es el saber leer. El psicoanálisis no es solo cuestión de escucha, listening, también es cuestión de lectura, reading. En el campo del lenguaje sin duda el psicoanálisis toma su punto de partida de la función de la palabra pero la refiere a la escritura. Hay una distancia entre hablar y escribir, speaking and writing. En esta distancia opera el psicoanálisis, es esta diferencia lo que el psicoanálisis explota.

Agregaré una nota más personal a la elección que hago del título, «leer un síntoma», puesto que es el saber leer lo que Lacan me imputa a mí. Ustedes encontrarán esto en el exergo de su escrito «Televisión», en la recopilación de los Autres Ecrits, página 509, donde le planteaba un cierto número de preguntas en nombre de la televisión y puso en exergo del texto que reproduce con ciertos cambios lo que él dijo entonces : «Aquel que me interroga sabe también leerme».[ii] Por lo tanto Lacan me prendió con el saber leer, al menos el saber leer a Lacan. Es un certificado que me otorgó en razón de las anotaciones con las que escandí su discurso en el margen, muchas de las cuales hacen referencia a sus fórmulas llamadas matemas. Entonces la cuestión del saber leer tiene todas las razones para importarme.

El secreto de la ontología

Después de esta introducción voy a evocar ahora el punto en que estoy de mi curso de este año y que conduce precisamente a esta cuestión de lectura, y de lectura del síntoma. Estoy en estos días articulando la oposición conceptual entre el ser y la existencia. Y es una etapa en el camino donde considero distinguir y oponer el ser y lo real, being and the real.

Se trata para mí de poner de relieve los límites de la ontología, de la doctrina del ser. Son los griegos quienes inventaron la ontología. Pero ellos mismos se dieron cuenta de los límites puesto que algunos desarrollaron un discurso que se refiere explícitamnte a un más allá del ser, beyond being. Debemos creer que ellos sintieron la necesidad de este más allá del ser y colocaron el Uno, the one. En particular aquel que desarrolló el culto del Uno, como más allá del ser, es el llamado Plotino. Y lo extrajo siglos más tarde de una lectura de Platón, precisamente del Parménides de Platón. Entonces, lo extrajo de un cierto saber leer a Platón. Y más acá de Platón está Pitágoras, matemático pero un místico-matemático. Pitágoras el que divinisaba el número y especialment el Uno y quien no hacía una ontología sino lo que se llama en términos técnicos a partir del griego una henología, es decir una doctrina del Uno. Mi tesis, es que el nivel del ser reclama, necesita un más allá del ser.

Los griegos que desarrollaban una ontología sintieron la necesidad de un punto de apoyo, de un fundamento inquebrantable que justamente el ser no les daba. El ser no da un fundamento inquebrantable a la experiencia, al pensamiento, precisamente porque hay una dialéctica del ser. Plantear el ser es al mismo tiempo plantear la nada. Y plantear que el ser es "esto" es al mismo tiempo plantear que no es "aquello", por lo tanto lo es también a título de ser su contrario. El ser, en suma, carece singularmente de ser y no por accidente sino de manera esencial. La ontología desemboca siempre en una dialéctica del ser. Lacan lo sabía tan bien que precisamente define el ser del sujeto del inconciente como una falta en ser. Explota allí los recursos dialécticos de la ontología. La traducción de la expresión francesa «falta en ser» por want to be agrega algo totalmente precioso, la noción de deseo. Want no es sólo el acto [el hecho de faltar], en Want está el deseo, está la voluntad y precisamente el deseo de hacer ser lo que no está. El deseo efectúa la mediación entre being and nothingness. Encontramos este deseo en el psicoanálisis a nivel del deseo del analista, que anima la operación analítica en tanto que ese deseo apunta a conducir el inconciente al ser, apunta a hacer aparecer lo que está reprimido como decía Freud. Evidentemente eso que está reprimido es por excelencia un want to be, lo que está reprimido no es un ser actual, no es una palabra efectivamente dicha, lo que está reprimido es un ser virtual que está en el estado de posible, que aparecerá o no. La operación que conduce el inconciente al ser no es la operación del Espíritu Santo, es una operación de lenguaje; esa es la operación que aplica el psicoanálisis. El lenguaje es esta función que hace ser lo que no existe. Es incluso lo que los lógicos hubieron de constatar, les desesperó el hecho de que el lenguaje fuera capaz de hacer ser lo que no existe y entonces trataron de normativizar su uso esperando que su lenguaje artificial sólo nombraría lo que existe.

Pero de hecho hay que reconocer allí, no un defecto del lenguaje, sino su potencia. El lenguaje es creador y en particular crea el ser. En suma el ser del que hablan desde siempre los filósofos, este ser no es jamás otra cosa que un ser de lenguaje, es el secreto de la ontología. Entonces, eso produce vértigo.

Un discurso que sería de lo real

Se produce un vértigo para los filósofos mismos, que es el vértigo mismo de la dialéctica. Porque el ser es lo opuesto de la apariencia pero también el ser no es otra cosa que la apariencia, una cierta modalidad de la apariencia. Entonces es esta fragilidad intrínseca al ser la que justifica la invención de un término que reúne el ser y la apariencia, el termino semblante. El semblante es una palabra que utilizamos en el psicoanálisis y con el cual tratamos de ceñir lo que es a la vez ser y apariencia de manera indisociable. Hace tiempo traté de traducir esta palabra en inglés con la expresión make believe. En efecto si se cree en ello, no hay diferencia entre la apariencia y el ser. Es una cuestión de creencia.

Entonces mi tesis, que es una tesis sobre la filosofía a partir de la experiencia analítica, es que los griegos, justamente porque han lidiado eminentemente con este vértigo, buscaron un más allá del ser, un más allá del semblante. Lo que nosotros llamamos lo real es ese más allá del semblante, un más allá que es problemático. ¿Existe un más allá del semblante? Lo real sería, si se quiere, un ser pero que no sería ser de lenguaje, que estaría intocado por los equívocos del lenguaje, que sería indiferente al make believe.

Este real, ¿dónde lo encontraban los griegos? Lo encontraban en las matemáticas y en otras partes. Desde entonces allí donde las matemáticas continuaron tal como como continuó la filosofía, los matemáticos siempre se dicen gustosamente platónicos en el sentido de que no piensan en lo más mínimo que ellos crean su objeto, sino que deletrean un real que ya está allí. Y eso, eso permite soñar, en todo caso hacía soñar a Lacan.

Lacan hizo una vez un seminario que se titulaba «De un discurso que no sería del semblante»[iii]. Es una fórmula que permaneció misteriosa incluso una vez que el seminario fue publicado, porque el título de este seminario se presenta bajo una forma condicional y negativa a la vez. Pero bajo esta forma, evoca un discurso que sería de lo real, es eso lo que quiere decir. Lacan tuvo el pudor de no decirlo bajo esta forma que revelo, lo dijo bajo una forma solamente condicional y negativa: De un discurso que sería de lo real, de un discurso que tomaría su punto de partida en lo real, como las matemáticas. Era el sueño de Lacan poner el psicoanálisis al nivel de las matemáticas. Con respecto a esto hay que decir que sólo en las matemáticas lo real no varía –aunque en los márgenes varía de todos modos. En la física matemática, que incorpora y que se sostiene sin embargo en las matemáticas, la noción de real es completamente resbaladiza porque es de algún modo heredera de la vieja idea de naturaleza, que con la mecánica cuántica, con las investigaciones del ser más allá del átomo podemos decir que lo real en la física se ha vuelto incierto. La física conoce polémicas entre físicos aun más vivaces que en el psicoanálisis. Lo que para uno es real, para otro no es mas que semblante. Cada uno hace propaganda de su noción de real, porque a partir de un cierto momento se hizo entrar en la cuenta a la observación. A partir de ese momento, el complejo compuesto por el observador y los instrumentos de observación interfiere, y entonces lo real se vuelve relativo al sujeto, es decir que deja de ser absoluto. Podemos decir que de este modo el sujeto hace pantalla a lo real. No es ese el caso en matemáticas. ¿Cómo se accede en matemáticas a lo real, por cuál instrumento? Se accede por el lenguaje sin duda, pero un lenguaje que no hace pantalla a lo real, un lenguaje que es lo real. Es un lenguaje reducido a su materialidad, es un lenguaje reducido a su materia significante, es un lenguaje que se reduce a la letra. En la letra, contrariamente a la homofonía, no se encuentra el ser, being, in the letter is not being that you find, es the real.

Fulgor del inconciente y deseo del analista

Propongo interrogar el psicoanálisis a partir de estas premisas. En el psicoanálisis, ¿dónde está lo real? Es una pregunta apremiante en la medida en que un psicoanalista no puede no sentir el vértigo del ser, desde el momento en que en su práctica está invadida por las creaciones, por las criaturas de la palabra.

¿Dónde está lo real en todo esto? ¿El inconciente es real? ¡No! Es la respuesta, sin embargo, más fácil de dar. El inconciente es una hipótesis, esto sigue siendo una perspectiva fundamental, incluso si podemos prolongarla o hacerla variar. Para Freud, recuerden que el inconciente es el resultado de una deducción. Es lo que Lacan traduce del modo más preciso subrayando que el sujeto del inconciente es un sujeto supuesto, es decir hipotético. No es entonces un real. Incluso nos planteamos la cuestión de saber si es un ser.Ustedes saben que Lacan prefiere decir que es un deseo de ser más bien que un ser. El inconciente no tiene más ser que el sujeto mismo. Lo que Lacan escribe S tachado ($) es algo que no tiene ser, que sólo tiene el ser de la falta y que debe advenir. Y nosotros lo sabemos bien, basta simplemente extraer las consecuencias de ello. Sabemos bien que el inconciente en el psicoanálisis está sometido a un deber ser. Está sometido a un imperativo que como analista representamos. Y es en ese sentido que Lacan dice que el estatuto del inconciente es ético. Si el estatuto del inconciente es ético, no es del orden de lo real, es eso lo que quiere decir. El estatuto de lo real no es ético. Lo real, en sus manifestaciones es más bien unethical, no se comporta según nuestra conveniencia. Decir que el estatuto del inconciente es ético es precisamente decir que es relativo al deseo, y primeramente al deseo del analista que trata de inspirar al analizante a tomar el relevo de ese deseo.

¿En qué momento en la práctica del psicoanálisis necesitamos una deducción del inconciente? Simplemente, por ejemplo, cuando vemos volver en la palabra del analizante recuerdos antiguos que se habían olvidado hasta ese momento. Estamos forzados a suponer que esos recuerdos, en el intervalo, residían en alguna parte, en un cierto lugar de ser, un lugar que permanece desconocido, inaccesible al conocimiento, del que decimos precisamente que no conoce el tiempo. Y para remedar aún más el estatuto ontológico del inconciente, tomemos lo que Lacan llama sus formaciones, que ponen de relieve precisamente el estatuto fugitivo del ser. Los sueños se borran. Son seres sin consistencia, de los que a menudo solo tenemos fragmentos en el análisis. El lapsus, el acto fallido, el chiste, son seres instantáneos, que fulguran, a los que les damos en psicoanálisis un sentido de verdad pero que se eclipsan inmediatamente.

Confrontación con los restos sintomáticos

Entonces, entre esas formaciones del inconciente está el síntoma. Por qué ponemos el síntoma entre estas formaciones del inconciente sino porque el síntoma freudiano también es verdad. Le damos un sentido de verdad, lo interpretamos. Pero se distingue de todas las otras formaciones del inconciente por su permanencia. Tiene otra modalidad de ser. Para que haya síntoma en el sentido freudiano, sin duda es necesario quu haya sentido en juego. Hace falta que eso pueda interpretarse. Es lo que constituye para Freud la diferencia entre el síntoma y la inhibición. La inhibición es pura y simplemente la limitación de una función. En tanto que tal, una inhibición no tiene sentido de verdad. Para que haya síntoma es necesario también que el fenómeno dure. Por ejemplo, el sueño cambia de estatuto cuando se trata de un sueño repetitivo. Cuando el sueño es repetitivo implicamos un trauma. El acto fallido, cuando se repite, se vuelve sintomático, puede incluso invadir todo el comportamiento. En ese momento le damos el estatuto de síntoma. En ese sentido el síntoma es lo que nos da el psicoanálisis como lo más real.

Es a propósito del síntoma que se torna candente pensar la correlación, la conjunción entre lo verdadero y lo real. En este sentido, el síntoma es un Jano, tiene dos caras, una cara de verdad y una cara de real. Lo que Freud descubrió y que fue sensacional en su tiempo, es que un síntoma se interpreta como un sueño, se interpreta en función de un deseo y que es un efecto de verdad. Pero hay, como ustedes saben, un segundo tiempo de este descubrimiento, la persistencia del síntoma después de la interpretación, y Freud lo descubrió como una paradoja. Es en efecto una paradoja si el síntoma es pura y simplemente un ser de lenguaje. Cuando tenemos que vérnosla con seres de lenguaje en el análisis, los interpretamos, es decir los reducimos. Reconducimos los seres de lenguaje a la nada, los reducimos a la nada. La paradoja aquí es la del resto. Hay una x que resta más allá de la interpretación freudiana. Freud se aproximó a esto de distintas maneras. Puso en juego la reacción terapéutica negativa, la pulsión de muerte y amplió la perspectiva hasta decir que el final del análisis como tal deja siempre subsistir lo que llamaba restos sintomáticos. Hoy nuestra práctica se ha prolongado mucho más allá del punto freudiano, mucho más allá del punto en que para Freud el análisis encontraba su fin. Justamente era un fin del que Freud decía que siempre hay un resto y por lo tanto siempre hay que recomenzar el análisis, después de un corto tiempo, al menos para el analista. Un corto tiempo de pausa y luego recomenzamos. Era el ritmo stop and go, como se dice en francés ahora. Pero eso no es nuestra práctica. Nuestra práctica se prolonga más allá del punto en que Freud consideraba que hay finales de análisis, incluso si había que retomar el análisis, nuestra práctica va más allá del punto que Freud consideraba como fin del análisis. En nuestra práctica asistimos entonces a la cofrontación del sujeto con los restos sintomáticos. Pasamos por supuesto por el momento del desciframiento de la verdad del síntoma, pero llegamos a los restos sintomáticos y alli no decimos stop. El analesta no dice stop y el analizante no dice stop. El análisis en ese periódo, está hecho de la confrontación directa del sujeto con lo que Freud llamaba los restos sintomáticos y a los que nosotros damos otro estatuto muy diferente. Bajo el nombre de restos sintomáticos Freud chocó con lo real del síntoma, con lo que en el síntoma, es fuera de sentido.

El goce del ser hablante

Ya en el segundo capítulo de Inhibición, síntoma y angustia, Freud caracterizaba el síntoma a partir de lo que él llamaba la satisfacción pulsional « como signo y el sustituto (Anzeichen und Ersatz) de una satisfacción pulsional que no ocurrió » [iv]. Lo explicaba en el segundo capítulo a partir de la neurosis obsesiva y de la paranoia señalando que el síntoma que se presenta primeramente como un cuerpo extraño en relación con el yo, intenta cada vez más hacer uno con el yo, es decir tiende a incorporarse al yo. Veía en el síntoma el resultado del proceso de la represión. Evidentemente son dos capítulos, y el conjunto del libro, que deben trabajarse para el proximo congreso.

Quisiera señalar esto:¿el goce en cuestión es primario? En un sentido, sí. Podemos decir que el goce es lo propio del cuerpo como tal, que es un fenómeno de cuerpo. En ese sentido, el cuerpo es lo que goza, pero reflexivamente. Un cuerpo es lo que goza de sí mismo, es lo que Freud llamaba el autoerotismo. Pero eso es verdad para todo cuerpo viviente. Podemos decir que es el estatuto del cuerpo viviente el gozar de sí mismo. Lo que distingue el cuerpo del ser hablante es que su goce sufre la incidencia de la palabra. Y precisamente un síntoma testimonia que ha habido un acontecimiento que marcó su goce en el sentido freudiano de Anzeichen [signos] y que introduce un Ersatz, un goce que no haría falta,un goce que trastorna el goce que haría falta, es decir el goce de su naturaleza de cuerpo. Por lo tanto en ese sentido, no, el goce en cuestión en el síntoma no es primario. Está producido por el significante. Y es precisamente esta incidencia significante lo que hace del goce del síntoma un acontecimiento, no solo un fenómeno. El goce del síntoma testimonia que hubo un acontecimiento, un acontecimiento del cuerpo después del cual el goce natural entre comillas, que podemos imaginar como el goce natural del cuerpo vivo, se trastornó y se desvió. Este goce no es primario pero es primero en relación con el sentido que el sujeto le da, y que le da por su síntoma en tanto que interpretable.


Podemos recurrir para captarlo mejor a la oposición de la metáfora y de la metonimia. Hay una metáfora del goce del cuerpo, esta metáfora produce acontecimiento, produce este acontecimiento que Freud llama la fijación. Eso supone la acción del significante como toda metáfora, pero un significante que opera fuera de sentido. Y luego de la metáfora del goce está la metonimia del goce, es decir su dialéctica. En ese momentos se dota de significación. Freud habla de ello en Inhibición, sintoma y angustia, habla de die symbolische Bedeutung, de la significación simbólica que afecta un cierto número de objetos.

De la escucha del sentido a la lectura del fuera de sentido

Podemos decir que eso se transmite en la teoría analítica. En la teoría analítica durante mucho tiempo se contó una pequeña historia sobre el goce, una pequeña historia donde el goce primordial debía encontrarse en la relación con la madre, donde la incidencia de la castración era por efecto del padre y donde el goce pulsional encontraba sus objetos que eran Ersatz que taponaban la castración. Es un aparato muy sólido que fue construido, que abraza los contornos de la teoría analítica. Pero de todos modos -voy a endurecer el trazo- es una superestructura mítica con la cual durante un tiempo se logró, en efecto, suprimir los síntomas interpretándolos en el marco de esta superestructura. Pero interpretando el síntoma en el marco de esta superestructura, es decir prolongando lo que yo llamaba esta metonimia del goce, se hizo inflar el sintoma también, es decir se lo alimentó con sentido. Allí se inscribe mi «leer el síntoma».

Leer un síntoma es lo opuesto, es decir, consiste en privar al síntoma de sentido. Por ello Lacan sustituye al aparato de interpretar de Freud –que Lacan mismo había formalizado, clarificado, es decir el ternario edípico– por un ternario que no produce sentido, el de lo Real, lo Simbólico y lo Imaginario. Pero al desplazar la interpretación del marco edípico hacia al marco borromeo, el funcionamiento mismo de la interpretación cambia y pasa de la escucha del sentido a la lectura del fuera de sentido.
Cuando se dice que el psicoanálisis es un asunto de escucha, hay que ponerse de acuerdo, hay que decirlo. Lo que se escucha de hecho, siempre es el sentido, y el sentido llama al sentido. Toda psicoterapia se sostiene en ese nivel. Eso desemboca siempre en definitiva en que el paciente es el que debe escuchar, escuchar al terapeuta. Se trata, por el contrario, de explorar qué es el psicoanálisis y qué puede a nivel propiamente dicho de la lectura, cuando se toma distancia de la semántica –los remito aquí a las indicaciones preciosas que hay sobre esta lectura en el escrito de Lacan que se llama «El atolondradicho» [v] y que pueden encontrar en los Autres Ecrits, página 491y siguientes, sobre los tres puntos de la homofonía, la gramática y la lógica.

Apuntar al clinamen del goce

La lectura, el saber leer, consiste en mantener a distancia la palabra y el sentido que ella vehiculiza a partir de la escritura como fuera de sentido, como Anzeichen, como letra, a partir de su materialidad. Mientras que la palabra es siempre espiritual si puedo decirlo y la interpetación que se sostiene puramente a nivel de la palabra no hace mas que inflar el sentido, la disciplina de la lectura apunta a la materialidad de la escritura, es decir la letra en tanto que produce el acontecimiento de goce que determina la formación de los síntomas. El saber leer apunta a esa conmoción inicial, que es como un clinamen del goce –clinamen** es un término de la filosofía de los estoicos.

Para Freud, puesto que partía del sentido, eso se presentaba como un resto. Pero de hecho ese resto es lo que está en los orígenes mismos del sujeto, es de algún modo el acontecimiento originario y al mismo tiempo permanente, es decir que se reitera sin cesar.

Es lo que se descubre, lo que se desnuda en la adicción, en el «un trago más» que escuchamos hace un momento[vi]. La adiccion es la raíz del síntoma que está hecho de la reiteración inextinguible del mismo Uno. Es el mismo, es decir precisamente no se adiciona. No tendremos jamás el «he bebido tres tragos por lo tanto es suficiente», se bebe siempre el mismo trago una vez más. Esa es la raíz misma del síntoma. Es en este sentido que Lacan pudo decir que un síntoma es un etcétera. Es decir el retorno del mismo acontecimiento. Podemos hacer muchas cosas con la reiteración de lo mismo. Precisamente podemos decir que el síntoma es en este sentido como un objeto fractal***, porque el objeto fractal muestra que la reiteración de lo mismo por las aplicaciones sucesivas les da las formas mas extravagantes e incluso pudo decirse que las mas complejas que el discurso matemático puede ofrecer.

La interpretación como saber leer apunta a reducir el sintoma a su fórmula inicial, es decir, al encuentro material de un significante y del cuerpo, al choque puro del lenguaje sobre el cuerpo. Entonces, ciertamente para tratar el síntoma hay que pasar por la dialéctica móvil del deseo, pero también es necesario desprenderse de los espejismos de la verdad que ese desciframiento les aporta y apuntar más allá a la fijeza del goce, a la opacidad de lo real. Si quisiera hacer hablar a este real, le imputaría lo que dice el Dios de Israel en la zarza ardiente, antes de emitir los mandamientos que son el revestimiento de su real: «soy lo que soy» [vii].




* Transcripción de la "Presentación del tema del próximo Congreso de la NLS", realizada por Jacques-Alain Miller al cierre del 9º Congreso de la New Lacanian School en Londres el 3 de abril 2011. (El 10º Congreso de la NLS tendrá lugar en Tel-Aviv, junio 2012). Texto francés establecido por Dominique Helvoet, no revisado por el autor. Traducción al español de Silvia Baudini, tomada del Blog de la AMP (revisión A. Sanabria).

** N de T: la teoría del clínamen es una interesante solución propuesta por Epicuro al problema del libre albedrío prescindiendo de un dios garante de libertad. 
*** N de T Un fractal es un objeto semigeométrico cuya estructura básica, fragmentada o irregular, se repite a diferentes escalas. El término fue propuesto por el matemático Benoît Mandelbrot en 1975 y deriva del Latín fractus, que significa quebrado o fracturado.


[i] Lacan J., « Radiophonie », Autres Ecrits, Paris, Seuil, 2001, p. 428.
[ii] Lacan J., « Télévision », Autres Ecrits, Paris, Seuil, 2001, p. 509.
[iii] Lacan J., Le Séminaire, Livre XVIII, D’un discours qui ne serait pas du semblant, Paris, PUF, 2007.
[iv] Freud S., Inhibition, symptôme et angoisse, 1926, Paris, PUF, 1986, p. 7.
[v] J. Lacan, « L’étourdit », Autres Ecrits, Paris, Seuil, 2001, pp. 491-493
[vi] J-A Miller hace referencia a la intervención de nuestra colega Gabriela van den Hoven de la London Society of the NLS : « The Symptom in an Era of Disposable Ideals », los síntomas en la era de los ideales descartables.
[vii] Moises dijo a Dios: Voy a encontrar a los hijos de Israel y les digo: El Dios de sus padres me envió hacia ustedes. Pero si ellos me dicen: ¿Cuál es su nombre?¿Que decirles? Dios dice a Moisés: Soy lo que soy Ehyeh asher Ehyeh (La Biblia, Exodo 3,13-14a)