SÁBADOS DE ESCUELA EN LA NEL MARACAY:
“PASIONES Y VIOLENCIAS
EN LAS FAMILIAS DE HOY”
Este sábado 16 de Julio, en
los SÁBADOS DE ESCUELA de la NEL Maracay, dentro del ciclo dedicado a la
ACTUALIDAD DEL PSICOANÁLISIS, y como parte de las actividades preparatorias de
las IX Jornadas anuales de la NEL en Guayaquil (“Violencias y pasiones”,
octubre de 2016), fue abordado una temática de candente interés: PASIONES Y
VIOLENCIAS EN LAS FAMILIAS DE HOY. Este tema convocó no sólo a miembros,
asociados y participantes de la NEL Maracay, sino también a profesionales de
otras disciplinas: profesionales de la salud y de la salud mental, educadores,
y estudiantes, de psicología, de medicina, quienes participaron animadamente en
la discusión.
La psicoanalista Alba
Alfaro inicio la discusión ubicando la violencia en el contexto más amplio de lo
que denominó “lo inhumano dentro de lo
humano”, y cómo esto se presenta como problemático dentro del lazo familiar. Se
destacó el lugar que el psicoanálisis ofrece a las pasiones que se presentan
como obstáculo en el lazo social, especialmente en el lazo de las familias de
hoy.
Los asistentes
enriquecieron esta discusión comentado situaciones con las que se encuentran de
manera cotidiana en el ejercicio de sus profesiones.
Mientras que el discurso
contemporáneo, con sus criterios de lo “políticamente
correcto”, trata de eliminar toda referencia al odio como afecto, desde el
psicoanálisis en cambio el odio es ubicado como una pasión propia de lo humano,
siempre presente en los lazos que el sujeto establece con sus semejantes,
incluyendo a la familia. Negar este trasfondo humano del odio deja al sujeto
contemporáneo sin recursos para reconocerlo y limitar sus efectos en el vínculo
con los demás. Lo que muchas veces se recoge entonces en el fondo de la queja
de los padres de niños y adolescentes que son atendidos en la consulta del
psicoanalista, es un odio hacia los hijos que se presenta sin freno y sin velo,
justamente por no poder ser asumido y tratado como tal.
En el discurso
contemporáneo, caracterizado por la declinación de las regulaciones simbólicas
y la promoción del goce sin límites, la función propiamente formativa de los padres desaparece y es
sustituida por mecanismos de “control del comportamiento”, que excluyen la
pregunta por el deseo del sujeto. Este discurso del control, se expresa claramente
en la imposición de diagnósticos psiquiátricos basados en manuales estadísticos
y generalmente acompañados de la prescripción de psicofármacos; pero también se
manifiesta en la relación entre padres e hijos, reduciendo la crianza a una
mera “negociación” de premios y castigos, o en el mejor de los casos, a una
“gerencia” de las conductas del niño. Los hijos se convierten así en una
especie de consumidores de los cuidados y el tiempo que le dedican sus padres,
y deben retribuir con su “buen comportamiento” y sus “buenas calificaciones” la
“inversión” que se hace en ellos. La función parental se reduce así a un simple
intercambio de objetos de consumo, esos objetos involucrados en los premios y
castigos. Y la violencia se convierte entonces en la única salida al odio que
subyace en el lazo sostenido de esta manera. Lo que se pone en evidencia es que
estos mecanismos de control producen un agravamiento del problema de la
violencia en la familia, en la medida en que profundizan la erosión del amor en
el lazo familiar que obstaculiza el encuentro del sujeto con el deseo.
Al final, se destacó cómo
el psicoanálisis interrogando al sujeto sobre su deseo, le permite confrontarse
con su responsabilidad frente al odio. Esto produce efectos de apaciguamiento
de la agresividad y ayuda a que el sujeto pueda inventar
una solución singular, humana, ante esta pasión que lo rebasa. El psicoanálisis
apuesta entonces a reintroducir y acoger como humano todo aquello que, como el
odio, se nos presenta como inhumano, abriendo una vía para humanizar el lazo del
sujeto con su semejante y dar un lugar más digno al amor.
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