lunes, 3 de noviembre de 2014

La experiencia de un hijo autista (presentación), por Adriana Meza


El autismo es considerado, invocando la ciencia, como una discapacidad, una patología neurológica o inmunológica que se manifiesta en el niño como un déficit en sus habilidades sociales y de comportamiento. Los diversos procedimientos farmacológicos o psicológicos con que se lo aborda desde esta perspectiva, tienen algo en común: el sujeto no se toma en cuenta. En consecuencia, generalmente se descarta y se obstaculiza cualquier producción singular o invención del niño autista, por considerarla inconveniente o contraindicada para el tratamiento.

El psicoanálisis parte de una premisa diferente. Para el psicoanálisis de orientación lacaniana el autismo es, esencialmente, un problema de la relación del sujeto con el Otro del lenguaje, con el lugar de las palabras con las que construirá su ser, sus lazos e incluso su cuerpo como realidad subjetiva. En el autismo, esta relación del ser con el Otro no se produce o, en todo caso, es rechazada como dolorosa por el sujeto. Por eso el autista encuentra dificultades para dirigirse y escuchar al otro, para sostener la mirada. No soportan la voz o la mirada porque se éstas le tornan invasivas, al no disponer del recurso del lenguaje para responder. El autista es un sujeto que debe inventar algo para defenderse de lo que no le es posible recibir del Otro.

A este problema obedecen algunos fenómenos clínicos que observamos en esta entidad:
el parloteo vacío de los autistas, esa manera de hablar sin decir nada –como defensa ante la angustia que le produce escuchar su propia voz o la voz del Otro; esos actos sin sentido con que parece rechazar lo que le ofrecemos. Se presentan a veces con palabras emitidas con una voz débil, lejana, aguda. Otras veces con un murmullo monótono, o con excesiva modulación de la voz, pareciendo declamar versos enfáticamente. Sólo cuando la angustia rebasa sus defensas ante el lenguaje, el autista habla, pero luego vuelve a su mutismo.

Lo que el psicoanálisis ofrece es dar lugar a la dimensión humana de lo que inventa cada niño autista para hacer con las dificultades que se le presenta en el encuentro con el Otro. Propone ir más allá del entrenamiento o del mero aprendizaje de palabras y conductas que se promueve en los tratamientos “científicos” del autismo, parahacer posible la pregunta por aquello que une a los autistas y sus padres o familiares, sin desconocer las dificultades para el lazo que los caracteriza. Propone no permanecer sordos ante la producción singular del sujeto autista, ante su invención para afrontar los avatares que se le presentan en la vida.

El psicoanálisis abre el espacio para la pregunta por lo que ocurre en cada caso, por lo que cada niño puede hacer para arreglárselas con el Otro. Es por eso que el analista debe reinventar la práctica con cada caso.

¿Qué inventa cada niño para defenderse del encuentro con la voz y la mirada de sus padres, de sus iguales? Y los padres, ¿de qué manera viven el vínculo afectivo con su hijo? ¿Qué efecto les produce el rechazo que el niño parece dar a su palabra? ¿Qué significa para ellos las conductas de sus hijos?¿Qué efectos tienen en su vida social? Desde estas interrogantes deseamos ofrecer un espacio de conversación para dejarnos enseñar por la particularidad de lo humano que se juega en cada una de estas experiencias.

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