lunes, 21 de diciembre de 2015

"El odio es sin razón, pero no sin objeto", por Clotilde Leguil


A partir de los recientes atentados en París y de su lectura del último libro de J. Rogozinski sobre la lógica del odio, Leguil se propone dar cuenta de un enfoque que no verse sobre las causas que podrían esclarecer el fenómeno del terrorismo y que, junto a toda una perspectiva sociológica, conduciría a tratar de legitimar un odio que no tiene razón. Sosteniendo que ninguna causa del mundo permite explicar el yihadismo, hará hincapié en que si bien el odio no tiene causa, “es del orden de un afecto en el fundamento mismo de la pulsión, […] está en el corazón de la topología subjetiva y testimonia de esta relación, a la vez de proximidad y de rechazo, que el sujeto puede mantener con la figura del Otro” en su extrañeza o su carácter inasimilable. “El odio engendra la persecución de sospechosos, la legitimación del terror, la teoría del complot y la identificación del enemigo entre nosotros.”

Retomará la advertencia lacaniana “Cuídense de comprender” respecto a “este goce real que irrumpe bajo la forma atroz de pasajes al acto calculados”, sosteniendo que no es tanto cuestión de religión sino de un extremismo pulsional insensato. Volverá entonces sobre el triunfo de la religión augurado en 1974 por Lacan, para proponer que se trata más del triunfo del goce que del monoteísmo, y que tal vez vivimos en una mutación de la religión, donde ésta ya no tendría como función “vincular y hacer lazo social, sino destruir y comandar”. Así, frente a quienes aseguran conocer la fórmula de la felicidad o de la realización del hombre y pretenden imponerla, Leguil nos recordará que, con Freud y lacan, sabemos que es cuidándonos de conocerla que nos mantenemos a distancia de la lógica del odio. Frente a la certeza de la pulsión de muerte, “preferimos la incierta identidad de nuestro ser”.


(Publicado en “Psicoanálisis inédito”, 18-12-2015)

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