sábado, 4 de junio de 2011

…Y CANTANDO FUE DICHO! Reseña de la Charla-recital “Cantando quiero decirte”, por Carlos Villamizar y Adriana Meza


PONENTES: BLANCA ROSA MARTÍNEZ (Psicoanalista de la NEL-Caracas AP)
ÁNGEL SANABRIA (Psicoanalista de la NEL-Maracay)
Intérpretes: BLANCA ROSA MARTÍNEZ (voz), ÁNGEL SANABRIA (guitarra y voz)
y JORDI FLORES (percusión)



...Y cantando fue dicho!

En una sabrosísima fiesta del espíritu, del intelecto, y aún del humor, se convirtió la Charla-recital Cantando quiero decirte (Dialogo entre el Bolero y el Psicoanálisis sobre la pareja-síntoma), obra y genio de la Nueva Escuela Lacaniana Delegación Maracay, el pasado sábado 21 de mayo. Los psicoanalistas Blanca Rosa Martínez, de la Nel Caracas AP, y Ángel Sanabria, de la Nel Maracay –acompañados al bongó por Jordi Flores- prestaron sus voces a la letra de los boleros como suerte de “vía regia” hacia las reflexiones sobre el amor y sus dificultades.
 Al principio, era el amor...
Así abrieron la charla, para introducirnos casi sin preámbulos a “un discurso lento, caliente y con sudor”, en palabras del “Tite” Curet Alonso (recogidas por Cesar Miguel Rondón en su Libro de la Salsa), para quien “el bolero es un acto de agresión, de alevosía, el reto por lo que fue y el reto por lo que vendrá…”.
Un discurso entonces. El psicoanalista sabe que el discurso es una manera de expresar los lazos sociales. El amor como lazo interesa al sujeto desde el principio para constituir su propio ser. El bolero atestigua que el amor concierne al ser humano; permite conocer que  el amante se coloca como testigo de aquello de lo cual el bolero habla: “Es tragedia que yo vivo y que sólo sabe Dios”, y que además, por la vía de la identificación, le permite reconocer sin temor a equivocarse que “ese bolero es mío, no importa quién lo haya hecho es mi historia y es real. El tratamiento bolerístico de las penas del corazón deviene entonces katharsis y, entre tragedia y comedia (el bolero es siempre, directa o indirectamente, un género humorístico –tránsfuga del superyó), su intérprete-cantante alcanza rango de actor teatral. En materia de sufrimiento el bolero es sabio y nos ofrece ese consuelo que se deriva del encuentro con ese otro igual que yo, a quien puede confesársele que “a mí me pasa lo mismo que a usted”.
En materia de encuentros y desencuentros el bolero es también abundante y generoso, y no se puede decir que, en ese sentido, el bolero no sea también poesía. De allí que la velada abriera un espacio para que Jordi Flores, poeta prestado al bongó, hiciera un alto a su instrumento y leyera un poema suyo que nos sorprende, nos atrapa y, acompañado por la guitarra se convirtió, desde entonces, por qué no, en la letra de un bolero inédito, en tanto expresa el sufrimiento de quien ha vivido alguna vez los estragos del amor. Es una poesía inédita que dice así:
 EL AMOR
 El amor es una cofradía de poderes,
una congregación macabra
de agentes hegemónicos
que irrumpen en el Ser
a desbancar, despiadados
el sosiego conseguido con ardor
(esa riqueza inasible del hombre).
 Entonces celebran secretas reuniones
para repartirse los terrenos de la calma.
Ahí pactan
El tiempo, las palabras, el deseo, la memoria.
  
De la ilusión de plenitud…
Algunas humoradas y la participación entusiasta de los asistentes, especialmente las voces de nuestro amigo Carlos Villamizar y Nakari, asistente regular a nuestras actividades, continuaron tejiendo una urdimbre de complicidad gozosa. Una vil excusa para escuchar una vez más boleros inolvidables y adentrarnos en los misterios y la magia de la pasión amorosa.
Es así, como el amor vivido en una complementariedad imaginaria propia del ser humano en tanto ser deseante, fue recordado así: “Dios dice que la gloria está en el cielo, que es de los mortales el consuelo al morir. Bendito Dios, porque al tenerte yo en vida no necesito ir al cielo tisú, si alma mía la gloria eres tú”.
 …al desencuentro
El discurso bolerístico permitió abordar también el tema del odioamoramiento, “y aquí el análisis nos incita a recordar que no se conoce el amor sin odio” (Lacan, Sem. 20), para expresar la ambivalencia propia del ser humano, recogida con letra muy explícita el bolero aquel que dice: Te odio y te quiero, porque a ti te debo mis horas amargas, mis horas de miel. Te odio y te quiero, tú fuiste el milagro, la espina que duele y el beso de amor. Por eso te odio, por eso te quiero, con todas las fuerzas de mi corazón.
No podemos dejar de nombrar un bolero que invita a un trabajo necesario para el psicoanalista, en tanto pone sobre el tapete la cuestión del deseo y la trampa que, para escaparse de él, teje el neurótico. Es característico de la posición masculina, comentan los psicoanalistas. Es frecuente que el varón se construya una disociación profunda entre el amor y el deseo, reservándose así de la angustia que supone la entrega al deseo propio de la posición femenina. Es la letra de Antonio Machín con su “Corazón loco” la que aclara este punto. Aquí va su explicación: Una es el amor sagrado  compañera de mi vida esposa y madre a la vez, la otra es el amor prohibido complemento de mis ansias y al que no renunciaré.
Todo lo cual es comprensible si pensamos con detenimiento en lo que implica para el sujeto en posición masculina acceder a la demanda implícita en la posición de objeto en que puede mostrarse una mujer. No sería extraño entonces que Rosendo Montiel Álvarez, haya escrito  para la voz de una mujer, una letra que por siempre perdurará en la memoria de los bolero-oyentes, y que ilustra que ella puede sentir. Agradecemos profundamente a Blanca Rosa la interpretación que nos regaló de ese bolero ese día:
HAMBRE!!…
De sentir el fuego ardiente
de un amor que sea inclemente,
que me queme las entrañas
HAMBRE!!...
De besar con ansia loca,
que me muerdan en la boca
hasta hacérmela sangrar.

 Dar la falta…
En este contexto, el psicoanálisis se deja enseñar. J.-A. Miller lo recoge con estas palabras, desde la enseñanza de Lacan: Amar, decía Lacan es dar lo que no se tiene. Lo que quiere decir: amar, es reconocer su falta y darla al otro, ubicarla en el otro… es dar algo que no se posee, que va más allá de sí mismo. Para eso, hay que asumir la castración. Y esto, es esencialmente femenino. Solo se ama verdaderamente a partir de una posición femenina. Amar feminiza. Por eso el amor es siempre un poco cómico en un hombre. Pero si se deja intimidar por el ridículo, es que en realidad, no está muy seguro de su virilidad.”
No puede no escribirse en este recuento una cita de Lacan que nos permite pensar en el lugar del amor para el ser hablante. Nos permite pensar en lo imposible del amor que pudiera ubicarse más allá de la necesidad, suspendido al deseo.
Transcribimos en forma de verso, tal como nos la regalan los conferencistas como última reflexión, esta hermosa cita de Lacan tomada del Seminario 8 (La transferencia):
Esa mano que se tiende
hacia el fruto,
hacia la rosa,
     hacia el leño que de pronto se enciende,
su gesto de alcanzar, de atraer, de atizar,
es estrechamente solidario
de la maduración del fruto,
de la belleza de la flor,
     de la llamarada del leño.

Pero cuando en ese movimiento
de alcanzar, 
de atraer,
     de atizar,
la mano ha ido ya lo bastante lejos,
si del fruto,  de la flor,  del leño,
surge entonces una mano que se acerca
al encuentro de esa mano que es la tuya
y que, en este momento, queda fijada
en la plenitud cerrada del fruto, abierta de la flor,
en la explosión de una mano que se enciende

--entonces, lo que allí se produce es el amor.


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