sábado, 5 de junio de 2010

ACERCA DEL SEMINARIO DE ESCUELA Y LA FORMACION DEL ANALISTA

Hace menos de un mes, tuvo inicio nuestro seminario de Escuela titulado “Introducción a la clínica de lo real. Política y ética del psicoanálisis”, cuyo tema ha permitido plantear algunos aspectos sobre la política y ética del psicoanálisis frente al malestar contemporáneo.  Antes de entrar en el tema que nos ocupaba, el seminario se inicia con una pregunta que remite a la reflexión sobre la política y ética en la formación del analista: ¿Qué es un seminario de Escuela? Sobre esto me he planteado algunas reflexiones que se desprenden de la discusión.

Un seminario de Escuela es un espacio en el que el analista practicante puede inscribir sus preguntas poniendo en juego su deseo de saber. Causado así, se ubica el practicante en la Escuela en la posición de analizante. En esta inscripción podríamos reconocer “la autonomía de la iniciativa del psicoanalista” planteada por Lacan en su Proposición en 1967. Es decir que la Escuela resulta de la “autonomía de la iniciativa del analista practicante”, de inscribir en ella su deseo de saber “y dar garantías formación suficiente” de lo cual darán testimonio sus pares, en un “ambiente de experiencia y critica continua”. En este sentido podemos decir que es la inscripción del deseo del analista en relación al saber lo que se pone en juego en su formación en la Escuela, más allá de las formalidades curriculares.

Mas adelante en este mismo texto, Lacan plantea una articulación entre la formación del analista en la Escuela y la experiencia como analizante: “Partimos de que la raíz de la experiencia del campo del psicoanálisis planteado en su extensión, única base posible para dar motivo a una Escuela, debe ser hallada en la experiencia psicoanalítica misma, queremos decir tomada en intensión: única razón valedera que se ha de formular de la necesidad de un psicoanálisis introductivo para operar en este campo”.


En este sentido podemos decir que la Escuela encuentra su razón de ser en la medida en que permite sostener la experiencia misma del psicoanálisis, y existe en la medida en que el analista practicante inscribe en ella su deseo, para poner en juego lo real de su experiencia en la clínica. De tal manera que la formación del analista en la Escuela (lo que llamamos psicoanálisis en extensión), está estrechamente ligada con su propia experiencia como analizante (psicoanálisis en intensión).


Podemos decir a modo de conclusión, sin haber agotado el tema, que la política del psicoanálisis es sostener el deseo como causa de la experiencia analítica y como agente en la formación del analista. Tales planteamientos nos invitan a continuar profundizando en el tema.

 Adriana Meza

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